Ilustración: Alejandro Délano-Águila.

Primer Lugar

El reloj de mi padre

Miro por última vez el reloj antiagua que heredé de mi padre. En él aparece su foto de grumete, su gorro de algodón blanco a la medida, sonríe mostrando dientes imperfectos como la proa de este submarino, el minutero es el ancla que sube y vuelve en péndulo, solo las horas se mantienen intactas: hay peces, rocas, burbujas cómplices, noches de tortura, arribos de refugiados, pestes mal recibidas, mitos que se volvieron leyendas, incomunicaciones y contrastes que se repiten. La marea sube, el Cristo de La Matriz es sacado a la calle. Nosotros seguiremos sumergidos en el silencio.

Alejandro Banda, 41 años, Viña del Mar.

Ilustración: Diego Oyarzún.

Mención Honrosa

Créole

Le compro paltas a un haitiano que se pone en Bellavista. Son baratas, de tamaño pequeño pero de una cremosidad delirante. Ayer me lo encontré comiendo un papapleto en Subida Ecuador, sentado solo en una mesita, junto a la mía. Lo veía escribir, al parecer poesía, en un cuadernito, sin detenerse, y cuando descansaba, se quedaba mirando la comida sobre la mesa. Hoy lo volví a ver, le compré un kilo, aunque ya tenía dos en la casa, pero es que en Chile es difícil vivir de poesía, y más aún si está escrita en créole.

Camila Astorga, 19 años, Viña del Mar.

Ilustración: Sebaritic.

Mención Honrosa

Cuando me vaya

No me entierres con terno, nunca me gustó. Las corbatas me apretan hasta el ahorco el cuello y los zapatos me sacan callos. Quiero estar cómodo. Por favor, no me maquilles, eso ya sería el colmo. Ponme los calzoncillos rojos y esas calcetas con papas que tu mamá todavía no me cose, las chalas de tigre que uso los domingos, los pantalones de cotelé y la camiseta del Wanderito. En el bolsillo derecho mete una cajetilla de cigarros y un encendedor. En el izquierdo la foto de Allende. Y recuerda, no invites al Mario, que todavía estaré enojado con él.

Dante Mascareño, 26 años, Valparaíso.

Ilustración: Sebastián Gamboa

Mención Honrosa

Chacabuco con Uruguay

La arrancaescamas, le llaman, con su cuchillo de espadachín fileteando la bruñida piel de la reineta y la corvina, y espantando las gaviotas hambrientas de metal. Lucía andaba ese día con las emociones inquietas, como recién salidas del mar, cuando por la calle del frente se cruzó el ex proveedor de hogar, caminando con su hálito de alcohol cumbiero. El pata de cumbia no alcanzó a prever el sable que de pronto se posó en su cuello. “Dame la plata de los niños”, le dijo la samurái. Fiel a su metáfora, Antonio quedó helado, boquiabierto, como la cabeza de un pescado.

Diego Herrera, 26 años, Viña del Mar.

Ilustración: Alison Saravia.

Talento Joven

Supongamos

Supongamos que me hago la cimarra. Que me pongo debajo del buzo mis jeans favoritos y me llevo en la mochila el chaleco de rayas que me compraron por mi cumpleaños. Supongamos que me llevo las galletas de las once para picar si me da hambre, y me llevo las cinco lucas que me dio mi tío por pasearle a la Mini para comprarme un helado. Supongamos que no me hago la cimarra sola sino que cuando pasen lista por la mañana encontrarán cinco asientos vacíos, uno al lado del otro. Pero no se me altere, ni me llame al apoderado, recuerde que solo estamos suponiendo.

Sarita Rodríguez, 15 años, Viña del Mar.