Ilustración: Diego Oyarzún

Primer lugar

La terraza de los cabros

Somos cinco y nos ponemos a fumar en la pequeña terraza en la falda del cerro Monjas. Uno lo enciende, el otro toma agua. Yo miro al gato que toma el sol en la copa de la casa. Otro toca guitarra, y la última baila. Luego bailamos juntos. Luego bailamos todos.

Paolo Henríquez Fuentes, 23 años, Viña del Mar.

Ilustración: Bettiana Castro.

Talento Joven

Y así nadie te cacha

Siempre que voy a casa de mi abuela, tengo que subir todo Miguel Ángel a pata. Cuando llego, me tiro al suelo cansada y encuentro pelos de gato y olor a cera. Me levanto llena de pelos y con los pantalones cochinos. Siempre almorzamos cazuela con chilena. Mi papá se pone a jugar pichangas con mi hermano. Algunas veces patean y se echan el mismo vidrio de la casa de abajo. Lo bueno de todo esto es que la pelota no para de rodar cerro abajo y te podís esconder. Y así nadie te cacha.

Fernanda Cabezón Henríquez, 17 años, Valparaíso.

Ilustración: Bettiana Castro.

Mención Honrosa

Mi regalo

Lo veía una vez al mes, a veces hasta dos. Mi gran temor era que conociera mi nuevo hogar, pues nunca le gustó Valparaíso. Y no me equivoqué. Subió las escaleras con ganas de nunca haber pisado un peldaño. Se sentó en una silla de plástico que tenía en la pieza y miró cada detalle, hasta las pantuflas que tenía bajo el velador. Me dijo que no había tenido tiempo de comprarme un regalo, así que me pasó diez lucas. Yo me despedí y partí corriendo a comprar un tubo de gas. Me bañé entre lágrimas y jabón.

Angela Herrera Ortíz, 24 años, Viña del Mar.

Ilustración: Sebastián Barrios.

Mención Honrosa

Las piernas más bonitas

«¡Las piernas más bonitas del cerro Cordillera!», repetía doña Julia a modo de protesta, mientras dejaba en el suelo de la cocina dos bolsas de feria y se secaba el rostro con el paño de secar loza.

Cecilia Vargas Retamal, 52 años, Viña del Mar.

Ilustración: Diego Oyarzún.

Mención Honrosa

Sube, baja y viceversa

Lleva sólo la vianda con el almuerzo, camina escalera abajo hasta el paseo que conoce de memoria, saluda a los vecinos comerciantes y al artista que se encalla en los adoquines, suspira y lento va metiéndose en su cabina, cruje por los años, como si se quejara de vieja, aprieta unos interruptores, entra una procesión de mapas, les cierra la puerta y los mira fijo, no habla su idioma pero su mirada arrugada les cuenta su historia, la única que conoce, la de bajar y subir por la vida, mueve la palanca, ellos se asustan, él sonríe.

Poled Vicencio Arenas, 26 años, Valparaíso.